“En las relaciones amorosas hay una línea muy fina entre el placer y el dolor, de hecho mucha gente cree que una relación sin dolor es una relación que no vale la pena. Para algunos el dolor es evolutivo ¿pero como saber cuando acaba el dolor evolutivo y comienza el dolor lacerante? Si seguimos caminando por esta línea ¿somos masoquistas u optimistas? Y como saber en una relación ¿Cuándo ya es suficiente?”
De vuelta a casa estaba furiosa, no con Big sino conmigo misma. Yo era la verdadera sádica, puede que él tuviera el látigo pero yo era la que me había atado. Me había atado a un hombre al que le aterraba que le atasen.
Después de hacer el amor supe que se había acabado. ¿Había amado realmente a Big alguna vez o era adicta al dolor, al exquisito dolor de amar a alguien tan inalcanzable? Y se acabó, me había desatado de Big, era libre, pero no había nada de exquisito en ello.
Más claro, échenle agua, Carrie lo había dicho por mí e inclusive llámenle coincidencia, casualidad, sincronización o mejor llamémosle asimilación de la realidad, yo equipare y si bien no me simpatice, por lo menos lo acepte.
Yo también me preguntaba si lo había amado alguna vez, llegó un punto en el cual me plantee si eso no era más que orgullo y el ego lastimado que se disfrazaba de cariño, pero hoy me dí cuenta que era una mezcla de todo.
Como en todos los casos, los extremos nunca son buenos y tal vez sea por eso que muchas cosas no resultan como las espero, para mi esta bien o esta mal, no hay un punto medio, o lo amaba o lo odiaba, me interesaba al punto de obsesionarme o no me importaba y a penas lo saludaba. El hecho ya estaba asumido,
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